Por Catherine L´Ecuyer.

Poner límites no es fácil, pues hay que dar razones y buscar alternativas que requieren tiempo y esfuerzo.

Ojo, te dicen con un tono desafiante, que no se te olvide que tu hijo tiene derechos digitales. Sí, claro, derechos fundamentales a buscar información en Google, a compartir su intimidad y a tener redes. Y tú entonces, ¿por qué te metes? Y te quedas igual pensando que algunos viven en un mundo distinto al tuyo. Solo quieres educar a tus hijos y necesitas que el ambiente te acompañe. No pides que nadie eduque en tu lugar, solo quieres que no te lo estropeen. Te preguntas cómo hemos podido llegar hasta aquí. Haces un repaso de las letanías de los tecnomitos que se proclaman a diario y te sale de un tirón el listado:

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