“Hasta hace unos diez años la fascinación acrítica por los portátiles o las tabletas en la escuela y en el ocio infanto-juvenil era una norma. Hoy continúa, pero se abren grietas. Se creía que todo lo digital se convertía en el mejor aprendizaje y el ocio más creativo sin necesidad de ninguna demostración.
Un poco de historia
En aquellos años tuvo lugar un verdadero diktat pedagógico –entendido este término como un mandato indiscutible y casi autoritario- que suponía que darle un dispositivo digital a cada estudiante, a cada hijo, era una solución indiscutible. Esta era la política educativa del 1:1 (en inglés one-to-one): cada estudiante con un ordenador. Como señalaba El Confidencial en 2013: “En España, se llamó Escuela 2.0 al proyecto estrella de Zapatero y su ministro Gabilondo que pretendía importar al país el modelo 1:1 (un ordenador, un niño)”. Pero el asunto del 1:1 no ha cuajado. Un síntoma.
Y en los hogares –siguiendo el modelo de la escuela- los padres se creyeron también que podían conciliar el ocio con el aprendizaje regalando móviles y tabletas a sus hijos desde muy pequeños. El e-learning en casa. En pocas palabras, estas eran las nuevas ventanas para conocer el mundo que se impusieron en Occidente sin oposición.”