La pornografía es más adictiva que nunca antes y puede resultar incluso más peligrosa que cualquier droga. Genera en quien la consume una narrativa sexual de violencia y uso, y afecta a cómo se relaciona con los demás. Su impacto tiene consecuencias nefastas, especialmente en los jóvenes. Muchos de ellos se la encuentran por primera vez cuando aún creen en los Reyes Magos.
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